Beijing, China, 25 de julio del 2020.- China despide hoy una semana donde le correspondió enfrentar una cadena de acciones de Estados Unidos que exacerbaron a niveles inquietantes sus desencuentros e incluso dieron lugar a comentarios sobre posibilidades de choques militares.
En los últimos días, Washington sancionó a 11 empresas de este país por presuntos abusos a minorías musulmanas de la región autónoma uigur de Xinjiang e imputó a dos ciudadanos chinos de supuesto robo de datos de la vacuna antiCovid-19 y secretos de tecnología militar.
A ello se sumaron declaraciones polémicas del secretario de Estado, Mike Pompeo, quien el jueves pidió a los aliados de Washington usar ‘formas más creativas y enérgicas’ para presionar al Partido Comunista de China.
Ese llamado es interpretado por analistas locales como la antesala de una nueva Guerra Fría y el resurgimiento del macartismo, por lo cual coinciden en que China debe permanecer alerta por el posible estallido de conflictos militares con Estados Unidos en un futuro cercano.
Otro elemento agravante de las fricciones entre la primera y segunda potencia del mundo fue la orden sorpresiva de la Casa Blanca para cerrar el consulado chino en Houston y la salida del país en 72 horas de su personal.
En reciprocidad, Beijing suspendió la víspera las operaciones de la oficina consular estadounidense en la ciudad de Chengdu y acusó a los funcionarios de incurrir en actos de injerencia y ajenos a sus deberes.
El Ministerio de Relaciones Exteriores notificó a la embajada norteamericana sobre la revocación de la licencia para el establecimiento, actividades comerciales y todo el funcionamiento de la sede diplomática, que debe cerrar sus puertas el lunes.
Según precisó, Estados Unidos provocó este incidente por su actitud contra la legación en Houston y calificó el hecho de afrenta seria a los protocolos y tratados internacionales.
Además, lo instó a dar marcha atrás a dicha decisión y crear las condiciones necesarias para normalizar las relaciones bilaterales.
Muchas voces coinciden en que los continuos ataques a China son una estrategia del presidente republicano Donald Trump con fines electorales, pues pretende apuntar su victoria con promesas como trasladar la producción desde el gigante asiático y reducir la dependencia de la cadena de suministro.
En la carrera por la Casa Blanca, el bando demócrata no se queda atrás y también lanza dardos a lo que consideran la ‘amenaza china’.
Fuente: Prensa Latina
