Huelga de hambre de 10 días no bastan para que el MP resuelva su caso

Aguilar Zúñiga apostó todos sus ahorros, para montar un negocio de importación y lo estafaron

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Por Raúl Hernández Rivera

Ciudad de México, a 23 de abril del 2020.- Tozudo, dispuesto a conseguir lo que anhela, Jonatan Daniel Aguilar Zuñiga de 30 años se planta en la entrada de la calle de Moneda del Palacio Nacional, obstruye la entrada a los reporteros que acuden a la conferencia matutina con el presidente Andrés Manuel López Obrador, y pide que lo atiendan: lo estafaron y no está dispuesto a darse por vencido.

De la oficina de atención ciudadana sale Leticia Ramírez para platicar con el quejoso. Jonatan accede a dejar pasar a los reporteros, pero le roban su celular. Protesta.

Leticia Ramírez, con mucha energía, le pregunta: ¿qué quiere usted solucionar, tu celular o tus contenedores?

Jonatan la increpa: ¿Cómo es posible que, en la entrada de Palacio Nacional, en donde se asienta el poder de la nación, me roben mi celular? Vengo a protestar por un fraude que me hicieron, me robaron, ¿y aquí me vuelven a robar?

Nuevamente, Ramírez muy firme, le pregunta: ¿tu celular o tus contenedores?

Jonatan accede. La funcionaria ya lo conocía desde que semanas atrás se había instalado frente a Palacio Nacional en huelga de hambre para denunciar la injusticia que le hicieron y que ninguna autoridad local quiso resolver: el comercializador Armando Rubio Quintero y el agente aduanal Eduardo Sandoval Olivera, lo engañaron, lo estafaron, se burlaron de él diciéndole que le darían sus bicicletas importadas desde China, pero después de pagarles casi un millón de pesos extras a la operación de importación, le pedían más dinero.

Rubio Quintero le había pedido 401 mil pesos más. Jonatan solo pudo conseguir 300 mil, luego de pedir prestado, vender un terreno que tenía, empeñar algunas alhajas.

Le pidió a Rubio que aceptara lo que había conseguido. Le dijo: mire, este dinero ya es extra, ya sus servicios están pagados, y yo no puedo conseguir más, lo acepta o tendré que hacerlo legal, acudiré al Ministerio Público.

Rubio Quintero sonrió con sorna y le contestó: haz lo que quieras.

Me salí muy triste pues estaba perdiendo más de un millón de pesos, nos cuenta.

Jonatan estaba decidido, y demandaría hasta conseguir justicia.

Quiero emprender un negocio honrado, dar empleo a mucha gente, conseguir una mejor vida para mi familia, hacer que mi país esté mejor, eso es lo que quiero. Sólo se trabajar duramente, así me ha enseñado mi padre, que con más de ochenta años me dice que ya no proteste, que lo deje todo, que me pueden matar.

¿Cómo voy a dejarlo, papá, si mi madre me presto sus ahorros para ayudarme a importar esas bicicletas? No es justo padre, no es justo.

Mi padre es comerciante, siempre estuvo vendiendo en la calle de Guatemala, aquí en el Centro Histórico. Él es el que me inspira. Llueva, truene o relampagueé, salía y vendía. Nunca faltó en la casa comida, porque mi padre siempre llegaba con algo para comer.

Y mi madre, ¿cómo le voy a fallar a mii madre?, si ella nunca nos falló. Vía cómo le hacía, pero siempre teníamos un plato de comida en la mesa. Nos alentó, nos animó y nos sigue animando.

Cuando le platiqué la posibilidad de importar bicicletas desde China, no me dijo nada, sólo me dio todos sus ahorros y me dijo: que Dios te bendiga.

Ya había traído pantallas publicitarias utilizando el padrón de importadores de un comercializador en Guadalajara.

Veía que me quedaba una ganancia, si me registraba en el SAT para poder facturar. También vendía automóviles.

Al principio todo salió muy bien.

Hice contacto con un agente que me prestó su padrón de importadores. Encontré unas bicicletas a buen precio, tengo las ganas, 30 años de edad y me pregunté: ¿por qué no?

Puse todos mis ahorros, logré juntar para dos contenedores, y me la jugué, nos platica apasionado.

Entonces, no quería cometer ningún error. Contrato a una comercializadora que prestó su padrón, me da una cotización de 323 mil pesos, hago cuentas, rompo mi cochinito, mi madre me presta 200 mil, tuve que vender unas cosas que tenía de oro para completar, y me lanzo.

Voy con la comercializadora para que me traigan la mercancía de Beijing. Todo muy bien, pero cuando llega al puerto de Manzanillo, me dicen que la mercancía está embargada, y no te dicen más, no me dicen qué está pasando.

El 9 de febrero el comercializador Armando Rubio Quintero y el agente aduanal Eduardo Sandoval Olivera, me dicen que les cayó un PAMA y que hay que pagar 300 mil pesos, el 10 de febrero de este año y me dicen que era el último día para pagar.

¿Quién hizo el pedimento de importación y alteró el precio de las bicicletas? Ese es el culpable y no tenía porque hacerlo. Pienso que fue una forma de estafarme y todo está coludido con las autoridades locales, tanco con las de la Aduana, como los del puerto, navieras y, por supuesto, el agente aduana, nos dice convencido Jonatan.   

Les pago y el día 12, pero ese día me dicen que ya les debo 179 mil pesos más de almacenajes y demoras, según ellos.

Los voy a ver el 27 de febrero, porque no podía conseguir el dinero, tuve que vender todo lo que tenía.

Pero ahora Armando Rubio Quintero me sale que le debo 401 mil pesos por demora, que ahí tenía la factura de entrega y que se la firmara. No lo acepté y él me dice que no me va a entregar nada si no le pago esa cantidad.

Yo ya había conseguido trescientos mil pesos más, y estaba dispuesto a dárselos. Pero Armando rubio me dijo que no, que tenían que ser los 401 mil o no tenía mi mercancía.

Le dije que como no tenía dinero para pagarle, lo iba a ser legal.

Haz lo que quieras, y se río.

Me salí muy triste pues estaba perdiendo más de un millón de pesos.

Había agotado todo, había ido con el agente aduanal en Manzanillo y les había pagado todo lo que me pedían y no tenía la mercancía.

Fue cuando fui a México y busqué a los reporteros que van a la mañanera para hablar con ellos, denunciar esta estafa. Ya no tenía dinero y no tenía cómo pelear.

Puse mi denuncia con la Lic. Cano de Atención Ciudadana en Palacio Nacional.

Ella me vincula con el Lic. Leonardo Raya, del Módulo Uno, en las oficinas del SAT en la calle de . de Hidalgo 77. Se portó amable y me dice que me iba a ayudar. Quedó de resolverme en dos días, pero sólo me dio atole con el dedo, puro cuento.

Después de diez días durmiendo fuera del Palacio Nacional, me regreso a Jalisco, a mi casa, apar repensar las cosas y armarme de valor y recursos que me consigue mi familia y amigos. No les puedo fallar, creen en mi, no les puedo fallar, me repito constantemente.

Me regreso a las oficinas del SAT en México y no me recibían. Les hago huelga de hambre frente a Palacio Nacional para que me atiendan; Trato de parar la mañanera para que no entraran los periodistas. En el alboroto, ahí se me perdió mi celular.

Mi hermano y yo dejamos entrar a los trabajadores, pero a los reporteros no. Me atiende Leticia Ramírez, y nos mandan a Hidalgo 77. Como no nos atendían, cerramos el SAT.

Buen Rostro Sánchez, directora del SAT

Ahí me atiende personalmente la licenciada Raquel Buenrostro Sánchez, la que se portó a todo dar en el SAT, muy amable y atenta. Me manda con el licenciado Ricardo Ahued Bardahuil director de la Administración General de Aduanas del Servicio de Administración Tributaria. Ahued m da documentos en donde puedo comprobar la propiedad de la mercancía. Me asesora y me anima a seguir con el negocio de la importación. Tan es así, que en el tiempo que estamos platicando, me inscribe en el padrón de importadores y me entrega el documento.

Salgo emocionado de ahí. Sabía que sólo era cuestión de ganas de trabajar y vocación de servicio. Me nade nuevamente la esperanza, pero no bajo la guardia.

Con esos documentos me regreso a Palacio Nacional con la licenciada Leticia Ramírez. Le pregunto sobre mi celular, y por el policía que iba a tomar mi demanda, que nunca llegó. Tienen varias camaras de vigilancia y pueden muy bié revisar para saber quién se llevó mi celular, es mi herramienta de trabajo y me quitan los contactos y documentos que tengo ahí, le digo.

Y la licenciada Leticia me pregunta: qué quieres arreglar, y le digo que quiero que me devuelvan mi celular habiendo cámaras en la entrada a Palacio Nacional.

Ella me vuelve a preguntar: qué quieres arreglar, tu celular o tus contenedores.

Y yo ya la vi con carácter fuerte y le digo: mis contenedores.

Y ella me dice que vaya con Gabriel Verduzco, el fiscal de Colima. Me dice que somos del mismo equipo, y ya tenemos la ubicación de la mercancía, ya hicimos contacto con el fiscal de Colima. Tienes que hablar con él.

Llego a Colima y al hablar con el fiscal, me pide 22 días para solucionar todo.

Yo le digo que no puedo esperar tanto tiempo, estoy pagando intereses y me están comiendo.

Él me dice que en poco tiempo no puede congelar cuentas y todo lo demás.

Le contesto que sólo quiero que resguarde mi mercancía para que no la vallan a vender, solo eso.

Un licenciado de nombre Arturo, al parecer el director de la fiscalía, estaba ahí. El fiscal le dice, yo no tengo porque buscar ubicaciones. Solo tengo que preguntarle a la comercializadora.

A ver Arturo, le pregunta el fiscal Verduzco, ¿la comercializadora es derecha?

Si, le contesta Arturo.

El Fiscal le repite: yo no tengo por qué preguntarle a la comercializadora la ubicación. Solo tengo que ordenarle a la comercializadora que entregue la mercancía, insiste el fiscal.

Yo a la comercializadora le transferí 604 mil pesos, le digo al fiscal.

Y el fiscal le dice a Arturo: Entonces yo le tengo que preguntar a la comercializadora? ¿cuánto ocupa para resolver el caso, le pregunta a Arturo, y éste contesta: 15 días.

Entonces el fiscal me dice, te pido a ti 22 días para entregarte todas tus cosas.

Tuve todo el apoyo de México, y me dieron todas las herramientas para que me resguarden mi mercancía, congelar cuentas de la comercializadora, devuelvan la mercancía, todo.

¿Y aquí el fiscal me dice que regrese en 22 días? ¡No lo puedo creer!

Como que es su juego: ya vieron que me desgasté en huelgas de hambre y en ir y venir, gastando dinero, tiempo, energía. Me parece que han de decir: ya aquí no va a protestar…

¿Por qué quieren más tiempo? Me pregunto, ¿por qué?

Se pregunta Jonatan casi con los ojos desorbitados, para luego agregar:

Al día de ayer empiezo a recibir llamadas de Colima donde apenas tienen la primera ubicación de dónde se sacó la mercancía. Porque al MP de Colima se le hizo impactante cómo es que yo tenía los papeles de todo el asunto.

El MP dijo que ellos ya habían mandado tres oficios a la fiscalía, a la naviera pidiendo la ubicación de la mercancía y a la comercializadora. Aún no tengo respuesta, dice el MP.

Entonces le digo que cualquier información que pidas, el director de aduanas puede darnos esa información.

Entonces recibo los videos en donde se comprueba que todo lo que digo es verdad, y veo que el fiscal ya tiene la ubicación de la mercancía para resguardarla y que él me pide 22 días para resguardarla. ¡No lo puedo creer!, ¿por qué tantas largas?

Vamos en el día 14 ¿y apenas me dicen que tiene la primera ubicación? Eso significa que no va a estar resuelto en los 22 días.

¡Sólo estoy pidiendo que resguarde mi mercancía para que no la vayan a vender o robar!

Le vuelvo a hablar al Ministerio Público y le pido que por favor, acelere el asunto, que los intereses me están comiendo y temo que se perderá mi mercancía, después de tanto esfuerzo, y tantas personas que me han ayudado…

Me están comiendo los intereses, lo que te haga falta yo te lo consigo porque en México tengo todo el apoyo del SAT, de Aduanas, de la Presidencia de la Republica, qué necesitas para resolver…

Hoy hablo con el MP Oscar, y le explico y le dije que quería una respuesta para moverme y hasta ahora es momento que no entra la llamada. No sé si me bloqueó o algo, pero ya no me contestó.

El licenciado Oscar me dice que ya envió los oficios a la comercializadora y a la naviera, pero el fiscal me dice que eso no era necesario. La comercializadora sólo tiene que decir en dónde está la mercancía, recalca el fiscal.

Después de esto, le pido al MP una hora que me diga para saber y ya n o me quiso contestar. Jonatan Daniel Aguilar Zuñiga se despide diciendo: Tendré que ponerme a huelga de hambre, o lo que sea, pero no me voy a dejar, no voy a detenerme, haré lo que sea necesario, quiero un trato digno, justo, quiero trabajar como siempre lo he hecho, honradamente, y eso es lo que le pido a los funcionarios de Colima. ¿Qué les cuesta ponerse a trabajar con honestidad, sin corrupción?

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